ORACIONES BREVES DE LA MAÑANA

 

Levántate de tu lecho, sin pereza y antes de empezar cualquier obra, colócate mentalmente en presencia del Creador y ora así:

† En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Oración a la Santísima Trinidad

Al despertar, te doy gracias, oh Santísima Trinidad, porque por la abundancia de tu bondad y longanimidad no te enojaste conmigo, siendo perezoso y pecador como soy. Ni me perdiste en mis transgresiones; sino que, en tu compasión, me levantaste, mientras yacía desesperado, para que al amanecer pudiera cantar las glorias de tu Majestad.

Ilumina ahora los ojos de mi entendimiento, abre mi boca para recibir tus palabras, enséñame tus mandamientos, ayúdame a hacer tu voluntad, confesándote de corazón, cantando y alabando tu Santísimo Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo: ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.

Oración a la Santa Trinidad (de San Basilio el Grande)

Te bendecimos, oh Dios Altísimo y Señor de misericordias, que siempre realizas grandes y misteriosas obras por nosotros, gloriosas, maravillosas e innumerables; que nos concedes el sueño como descanso de nuestras enfermedades y como reposo para nuestros cuerpos fatigados por el trabajo.

Te damos gracias porque no nos has destruido en nuestras transgresiones, sino que, en tu amor hacia la Humanidad, nos has levantado, mientras yacíamos en la desesperación, para que glorifiquemos a tu Majestad.

Suplicamos a Tu infinita bondad que ilumine los ojos de nuestro entendimiento y despierte nuestras mentes del pesado sueño de la indolencia.

Abre nuestras bocas y llénalas de Tu alabanza para que podamos cantarte y confesarte incesantemente, que eres Dios, glorificado en todo y por todos, Padre eterno, Hijo Unigénito y Espíritu Santo, bueno y vivificante, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.

Aquí puedes añadir tu propia oración privada. Luego, concluir con:

 Por las oraciones de nuestros santos Padres, Señor Jesucristo, nuestro Dios, ten piedad de nosotros y sálvanos. Amén.



ORACIONES BREVES ANTES DE DORMIR

 En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Oh Señor, Dios nuestro, en Quien creemos y cuyo Nombre invocamos por encima de todo nombre, concédenos preparándonos para el descanso del alma y el cuerpo, y guárdanos de todas las tentaciones y ocultos placeres.

Detén la rebelión de las pasiones y apaga el ardiente cuerpo. Concédenos vivir castamente de palabra y obra, para que adquiriendo una vida virtuosa y heroica, no desertar de tus prometidas bendiciones. Ya que Tú eres Bendito para siempre. Amén.

Oh Señor, Dios nuestro, si durante este día he pecado, ya sea de palabra, obra o pensamiento, perdóname por completo. Porque eres bueno y amas a la humanidad.

Concédeme un sueño tranquilo y sereno, y líbrame de toda influencia y tentación del maligno.

Resucítame en el momento oportuno para que pueda glorificarte; † porque eres bendito con tu Hijo Unigénito y tu Espíritu Santo, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.

Oh Cristo, Dios nuestro, que en todo tiempo y a toda hora, en el cielo y en la tierra, eres adorado y glorificado; que eres paciente, misericordioso y compasivo; que amas al justo y muestras misericordia al pecador; que llamas a todos a la salvación mediante la promesa de bendiciones venideras; oh Señor.

En esta hora, recibe nuestras súplicas y guía nuestras vidas según tus mandamientos. Santifica nuestras almas, santifica nuestros cuerpos, corrige nuestros pensamientos, purifica nuestras mentes; líbranos de toda tribulación, maldad y angustia.

Rodéanos con tus santos ángeles, para que, guiados y protegidos por ellos, alcancemos la unidad de la fe y el conocimiento de tu gloria inaccesible, † porque eres bendito por los siglos de los siglos. Amén.

Añade aquí tus devociones e intercesiones privadas. Luego, concluye con las oraciones:

Por las oraciones de nuestros santos Padres, Señor Jesucristo, nuestro Dios, ten piedad de nosotros y sálvanos. Amén.

† En tus manos, Señor Jesucristo, Dios mío, encomiendo mi espíritu; bendíceme, apiádate de mí y concédeme la vida eterna. Amén.



ORACIONES ANTES Y DESPUÉS DE LAS COMIDAS

 

ANTES DEL DESAYUNO Y EL ALMUERZO

Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre, venga tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; y perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; y no nos dejes caer en la tentación, mas líbranos del mal.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo: ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.

Señor, ten piedad (tres veces).

Oh Cristo, Dios nuestro, bendice la comida y la bebida de tus siervos, porque eres Santo siempre; ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.

DESPUÉS DEL DESAYUNO Y EL ALMUERZO

+ Te damos gracias, oh Cristo, Dios nuestro, porque nos has saciado con tus dones terrenales; no nos prives de tu Reino Celestial. Pero así como viniste en medio de tus discípulos, oh Salvador, y les diste paz, ven también entre nosotros y sálvanos. Amén.

ANTES DE LA CENA

Los que tienen hambre comerán y serán saciados, los que buscan al Señor lo alabarán; sus corazones vivirán para siempre.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo: ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.

Señor, ten piedad (tres veces)

Oh Cristo, Dios nuestro, bendice la comida y la bebida de tus siervos, porque eres Santo siempre; ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.

DESPUÉS DE LA CENA

Bendito sea Dios, que es misericordioso con nosotros y nos nutre con sus generosos dones y por su gracia y compasión, siempre, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.



Icon of the Mystical Supper

Icono de la Santa Cena

 

ALGUNAS ORACIONES ANTES DE COMULGAR

 

Oración de San Basilio el Grande

Soberano, Señor Jesucristo, nuestro Dios, Fuente de vida y de inmortalidad, Creador de toda cosa visible. Hijo Unigénito del Padre co-eterno. Por tu gran clemencia, en los últimos días has tomado cuerpo humano, fuiste crucificado, fuiste sepultado por nosotros, ingratos y profanos. Y por tu sangre renovaste nuestra naturaleza corrompida por el pecado. Tú mismo, oh Rey inmortal, acepta el arrepentimiento de mí, el pecador, e inclina tu oído y escucha mis palabras.

He pecado, Señor he pecado contra el cielo y ante Ti, y no soy digno de levantar mi mirada hacia la altura de tu Gloria. He encolerizado tu benevolencia, he contradecido tus mandamientos, he desobedecido tus preceptos. Pero Tú Señor, paciente y muy sufrido y clementísimo, no me dejaste perecer junto con mis iniquidades, esperando siempre que vuelva hacia Ti, pues Tú, oh Amante de la Humanidad, has dicho: No deseo la muerte del pecador, sino quiero que vuelva al arrepentimiento y viva. No quieres oh Soberano, que perezca la creación de tus manos, tampoco aceptarás que perezca el hombre, sino que todos se salven y lleguen al entendimiento recto.

Por eso, también yo, aunque indigno soy del cielo y de la tierra, tampoco merezco esta vida pasajera, llenándome de pecados, multiplicando las pasiones, he dejado inmunda tu Imagen. Pero siendo tu obra y creación, yo infeliz no desespero de mi salvación, pues miro hacia tu inmensurable misericordia, atrevo a acudir a Ti.

Acéptame Señor, Amante de la humanidad, como aceptaste a la ramera y al malhechor, como al publicano, como al hijo pródigo, y quítame el yugo pesado de mis pecados, Tú, que has tomados los pecados del mundo, y curas las dolencias humanas. Pues no has venido Tú a llamar a los justos sino a los pecadores al arrepentimiento. Purifícame de toda impureza del cuerpo y del alma y enséñame a temerte con tu Santidad para que, teniendo la conciencia impecable pueda unirme a tu Santo Cuerpo y Sangre, y te tenga viviendo siempre dentro de mí.

Sí, Señor Jesucristo mi Dios, que no sea juicio esta comunión con tus vivificantes y purísimos Misterios, ni siquiera quede inválido en alma y cuerpo, por comulgar indignamente, sino déjame hasta el último suspiro tomar la porción de tu Santidad, para la comunión del Espíritu Santo, la guía de la vida eterna, una buena respuesta en tu Temible juicio, para que yo, mutuamente con todos tus elegidos, reciba lo que preparaste a tus amados, por los cuales eres loado por los siglos. Amén.

Oración de San Juan Crisóstomo

No soy digno, oh Soberano Señor, de que entraras bajo el techo de mi alma; pero Tú quieres como Amante de la Humanidad, morar en mí y ordenas que te abra las puertas, las que Tú solamente creaste. Entrarás con amor a la Humanidad, entrarás y alumbrarás mis pensamientos oscurecidos. Creo que lo harás, ya que no echaste al publicano arrepentido, tampoco el ladrón que conoció tu Reino, ni rechazaste al perseguidor arrepentido; no lo dejaste como era, pero a todos aquellos que llegaron hacia Ti arrepentidos, los aceptaste como tus amigos. El Único Bendito hoy y siempre y por la eternidad de los siglos. Amén.

Oh Señor, Jesucristo, Dios mío, absuelve, quita, purifica y perdóname a mí, pecador, inútil e indigno siervo tuyo, mis iniquidades, culpas, y caídas, cuántas he cometido ante Ti, desde mi juventud y hasta el actual día y hora, ya sea a sabiendas, o por ignorancia, ya de palabras, o de hechos, en pensamientos o deseos, ya por todos mis sentidos.

Y por las oraciones de tu Santísima Madre, la siempre Virgen María que Te engendró sin corrupción, mi Única infalible Esperanza, Intercesión y Salvación, hazme digno que comulgue sin condenación con tus Purísimos, Inmortales, Vivificadores y Temibles Misterios, para remisión de los pecados y la vida eterna, para la santificación e iluminación, fortificación, curación y salud de mi alma y cuerpo, para la exterminación y completa aniquilación de mis malos deseos, pensamientos e intenciones, de las visiones nocturnas oscurecidas y malos espíritus. Pues Tuyo es el Reino, el Poder, la Gloria, y el Honor y la Adoración, con el Padre y el Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

Oración de San Juan Damasceno

Estoy ante las puertas de tu Templo, y aún no puedo alejar de mí los malos pensamientos. Más Tú oh Cristo Dios que justificaste al publicano y Te apiadaste de la mujer cananea y abriste las puertas del Paraíso al malhechor:

Ábreme los tesoros de tu Amor, acógeme a mí que vengo hacia Ti y te toco, como aceptaste a la ramera y a la mujer enferma del flujo de sangre. Pues una ha tocado tan sólo la orla de tu manto, sanó inmediatamente, y la otra abrazando tus purísimos pies, obtuvo la remisión de sus pecados.

En cambio yo, desgraciado, me atrevo de ingerir todo Tu cuerpo; ¡que no resulte quemado!

Acéptame, como a aquellas, e irradia los sentidos de mi alma, quemando mis culpas, por las plegarias de Aquella que Te dio a luz sin corrupción, y de los Poderes Celestiales.

Porque Tú eres Bendito en los siglos de los siglos. Amén.

Oración de San Juan Crisóstomo

Creo oh Señor, y confieso, que en verdad eres Cristo, Hijo del Dios vivo, que has venido al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales soy yo el primero. También creo que éste es tu Purísimo Cuerpo y que ésta es tu Preciosa Sangre.

Por eso Te imploro; apiádate de mí y perdona mis pecados voluntarios e involuntarios, los cometidos por palabra u obra, con conocimiento o por ignorancia.

Hazme digno de participar, sin condenación, de tus Santos Sacramentos, para la remisión de los pecados y para la vida eterna. Amén.


Women and men praying

ALGUNAS ORACIONES DE GRACIAS DESPUÉS DE COMULGAR

¡Gloria a Ti, oh Dios! (3 veces)

Te doy gracias, oh Señor Dios mío, de que no me hayas rechazado a mí pecador, sino que me hayas concedido ser un participante de tus Santos Misterios.

Te doy gracias de que me hayas permitido a mí, el indigno, tomar parte de tus purísimos y celestiales Dones.

Pero, oh Señor que amas a la Humanidad, que por nuestro amor moriste y resucitaste y surgiste de nuevo, y nos otorgaste estos temibles y vivificadores Misterios para el beneficio y santificación de nuestras almas y de nuestros cuerpos: concédeme que éstos puedan servirme incluso para la curación del alma y del cuerpo, el rechazo de lo adverso, para la iluminación de los ojos de mi corazón, para la paz de mis potencias espirituales, para la fe valerosa, para el amor no fingido, para la plenitud de la sabiduría, para guardar tus Mandamientos, para el aumento de tu Divina Gracia y para la consecución de tu Reino.

Para que, preservado por ellos en Tu santidad, pueda recordar siempre Tu gracia y ya no viva más para mí, sino para Ti, Señor y Benefactor nuestro. Y de este modo, cuando yo parta de esta vida en la esperanza de la vida eterna, pueda alcanzar el reposo perpetuo, donde jamás cesa la voz del canto de los festejantes, ni el gozo sin fin de los que contemplan la inefable belleza de tu Rostro; porque Tú eres el verdadero deseo y el indecible gozo de los que te aman, oh Cristo nuestro Dios.

A Ti Te alaba toda la creación, por los siglos de los siglos. Amén.

Oración de San Basilio el Grande

Oh Señor Jesucristo, Rey de los siglos y Creador de todo, Te doy las gracias por todas las cosas buenas que Tú me has otorgado y por la comunión de tus purísimos y vivificantes Misterios.

Por tanto, yo te ruego, oh dador de bondades y amante de la Humanidad: guárdame bajo tu protección y a la sombra de tus alas.

Concédeme que, con pura conciencia hasta mi último aliento, participe dignamente de tus Santos Dones, para la remisión de mis pecados y para la vida eterna; pues Tú eres el pan de vida, la fuente de toda santidad, el dador de todos los bienes y a Ti te glorificamos, al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y en los siglos de los siglos. Amén.

Oración de Simeón el Traductor

Oh Tú, que de tu propia buena voluntad, me das tu Cuerpo como alimento, Tú que eres un fuego consumidor de los indignos: no me consumas, oh mi Creador, sino penetra más bien en mis miembros, en todo mi ser, en mis articulaciones todas, en mis venas, en mi corazón. Consume las espinas de todas mis iniquidades.

Limpia mi alma. Santifica mis pensamientos. Fortifica mis miembros juntamente con mis huesos. Ilumina la simplicidad de mis cinco sentidos. Hazme totalmente estable en tu temor.

Cúbreme siempre, guárdame y aléjame de toda palabra y obra que pueda dañar al alma. Purifícame y lávame totalmente y adórname, dame comprensión e ilumíname.

Manifiéstame como la morada de tu Espíritu solamente, y de ningún modo la morada del pecado; que habiéndose convertido en tu tabernáculo, por la recepción de tu Santa Comunión, toda cosa mala, toda pasión carnal huya de mí como del fuego.

Te ofrezco como intercesores a todos los santos, a las Huestes Celestiales Incorpóreas, a San Juan Bautista, a los sabios Apóstoles y con ellos a tu Madre Purísima e Inmaculada, cuyas oraciones aceptas, en tu amante compasión, oh Cristo mío, y haz de tu siervo un hijo de la luz; pues Tú eres nuestra única santificación y el esplendor de nuestras almas, oh Señor bueno. Y a Ti te glorificamos, como corresponde, Dios y Señor, todos los días. Amén.

Oración a la Santísima Madre de Dios

¡Oh Santísima Soberana y Madre de Dios, luz de mi alma entenebrecida, esperanza mía, mi amparo, mi refugio, mi consuelo y mi alegría!

Te doy gracias, porque me has concedido a mí, el indigno, participar del purísimo Cuerpo y de la preciosa Sangre de tu Hijo. Pero Tú, que diste a luz la verdadera Luz, ilumina los noéticos ojos de mi corazón.

Tú, que has dado al mundo la fuente de la inmortalidad, vivifícame a mí, que yazgo muerto en el pecado.

Tú, que eres la Amante Madre, llena de compasión del Dios misericordioso, ten piedad de mí y concédeme arrepentimiento y contrición de corazón, y humildad de mente, y la liberación de la esclavitud de los malos pensamientos.

Y concédeme que hasta mi último suspiro pueda recibir sin condenación la santificación de estos santos misterios, para la salvación del alma y del cuerpo.

Y concédeme lágrimas de arrepentimiento y de confesión: que yo pueda alabarte y glorificarle todos los días de mi vida; pues bendita eres Tú y glorificada por los siglos de los siglos. Amén.

 

CONTEMPLACIÓN por San Nikolai Velimirovic (Obispo de Zica, Serbia (+1956)

Contempla el Misterio de la Comunión como una cura vivificante para el alma y el cuerpo:
...Como una cura que sana y purifica el alma de las enfermedades pecaminosas y le devuelve la vida;
...Como una cura que sana y purifica el cuerpo de la avaricia y el vicio y le devuelve la vida;
...Como una cura que vivifica al Hombre y lo convierte en un miembro sano del Cuerpo inmortal de Cristo, quien, de no serlo, permanecería corrompido hasta el final y, finalmente, sería separado y desechado.